Estamos leyendo.... La evolución de Calpurnia Tate (Jacqueline Kelly) en Zaragoza

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lunes, 16 de noviembre de 2009

El último superviviente.....


El último habitante de Ainielle se sabe representante de algo que morirá con él. Su soledad le hace enfrentarse a sí mismo y su memoria se convierte en el único paisaje de su vida. “…el curso de mi vida se había detenido y, ahora, ante mí, ya sólo se extendía el inmenso paisaje desolado de la muerte y el otoño infinito donde habitan los hombres y los árboles sin sangre y la lluvia amarilla del olvido”.
Tras la muerte de Sabina, imaginación y realidad se unen teñidas del color de los locos, sólo queda él, sólo mira él.

Soledad que se vence entre delirios, entre presencias fantasmales de seres queridos, artificios de la imaginación para poder asumir las ausencias. Diferente de los delirios febriles provocados por el veneno.

Recuerdos, un hijo desaparecido, una hija que muere a los diez años, cosas normales en ese tiempo, pero no que un hijo, el único se desapegue de la tierra y la familia, la casa. No, así no eran las cosas y él no puede entenderlo, no puede asumir, no puede claudicar, ni siquiera se despidió. ¿Cómo entonces explicar que Sabina no resistió, que también ella se fue? ¿Implicaría eso saberse perdedor ante lo que algunos han llamado progreso?

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